Una vez más el chamamé es destacado; y sigue siendo el dueño de la fiesta, como el maestro de años, pero sigue siendo joven,
nunca pierde su autenticidad y vigor. Es el mismo, es el chamamé, es ayer, hoy y futuro.
Con nombrarlo a Chingoli ya entra curiosidad de querer oír algo, y al decir su apellido: Bofill, seguro se acomodará para escuchar
y deleitarse.
Desde su cuña maternal, desde antes de conocerlos, ya escuchó chamamé y ahora, su primer albúm. Y puedo imaginarme, la sonrisa desde el corazón de Anahí y Mario, encerrado en el corazón de Chingoli, y en un pensar, el chamamé sigue ganando la juventud, y decirse que hemos logrado seguir en este camino chamamecero y con ellos llenar el mundo de chamamé.
Que el Dios grande y Poderso te guie siempre, y que esta empresa, que supo crear tu Padre, siga creciendo en tus manos Chingoli.
Abraham Helú